martes, 18 de agosto de 2009

Que bonita ola (Para navegar)

Dicen que aquel muchacho un día quiso ver el mar.

-Lo verás cuando lo tengas que ver- dijo su padre, un carpintero, quien le decía todo sin dejar de martillar un eterno clavo de indiferencia.

Pero el quería ver el mar.

Escuchaba de las muchas bellezas de la playa, de la inmensidad de su envergadura.

-No se de dónde le vienen esas locas ideas- pensaba su madre, quien nunca había salido de ese pueblo polvoriento y nunca sintió que fuese necesario.

Y él veía mapas y fotografías… y él en su valle, aislado de las risas de las olas, de los abrazos de la corriente, de la calidez de sus arenas. Y emprendió el viaje.

Y lo hizo en medio de la noche, entre caminos que desconocían sus botas empolvadas. Y llegó.

Entre árboles caminó hasta una tierra que aun sin volverse arena, se deprimía levemente para darle paso al agua cristalina en donde se hundían las últimas raíces de los árboles de la orilla.

Pero el mar se fue alejando y dejó secas las raíces, y lo dejó solo bajo una luna escarlata y plena. Tanto se apartaba el agua, el ánimo del muchacho descendía hasta que, al perderse su anhelo en la oscuridad del horizonte nocturno, se vio solitario y traicionado.

Traicionado y solitario empezó a caminar entre la gruesa arena, hacia la noche, sin ninguna fuerza para levantar los pies. Defraudado por la noche y por la huida empezó a sollozar.

-Hasta papel y lápiz traje para escribirte un poema- gritó a la oscuridad entre lágrimas y se sentó sobre una gran roca a llorar su desengaño.

… un rumor se oía a lo lejos. Un rumor que subía paulatina y rápidamente, tanto, que lo sintió venir del cielo mismo. Un rumor como de gente, como de cosas, como de agua. Y el agua que anheló tanto pareció escuchar sus llantos y regresó hasta él.

La ola era del tamaño del campanario de la iglesia y esto a él no le preocupó, la recibió con los brazos bien abiertos.

Sintió el agua llenando todo su ser, arrastrándolo a la deriva de sus sueños ya cumplidos, adentrándose en sus poros, en sus ojos, en su nariz, por entre sus labios, hasta que el abrazo fue eterno.

1 comentario:

Anónimo dijo...

cada dia me identifico con aquellas palabras, que me envuelve, y me hace parte de tus sentimientos, aquel abrazo eterno es lo que anhelo.......



Ivanek