jueves, 10 de septiembre de 2009

Días Opiómanos




Él estaba tirado como un garabato arrugado en papel blanco. La cama, destendida, en e piso, cenizas añejas que el viento no había barrido, ropa en el suelo, maletas deshechas de su último viaje heidegeriano. Libros amontonados en un polvoriento librero que lo miraban con un desprecio inefable.
Sus ojeras tornasoladas delataban su desvelo. Y esa maldita musiquilla en su cabeza.
…Oh, moon from Alabama
We now must say goodbye…[1]

Las palabras eran balas perdidas sin rumbo fijo. Sus movimientos eran mimos de existencia. Una inercia opiácea dominaba todo su cuerpo.
. . .


La avenida en sepia. El humo de los mufflers se elevaba suavemente a la ozonósfera como una plegaria y los cláxones de los vehículos tocaban una lóbrega sinfonía. Toda la ciudad avanzaba en cámara lenta por sus cursos habituales, alguien encendía un cigarrillo en una esquina mientras buscaba la llave de algún olvidado festín…
En la calle El Conde, los amigos se reunían en torno a una mesa coja en el Café de los Poetas, Yadi compartiría un poema y Selene le buscaría la lectura freudiana; Ismael lo desecharía solo para causar controversia, Lauro no diría nada y seria una pena, porque sus criticas eran siempre enriquecedoras pero Alberto fabricaría una rosa con una servilleta blanca sin prestar atención como era de costumbre. Todos preguntarían por Príamo y nadie sabrá responder.

Príamo estará tirado en una esquina de la habitación como un preservativo usado. Desnudo el pecho y la espesura de pelo sucio desparramada y sumida en un enredo de raíces inciertas. Los ojos escondidos tras una mirada obsesivamente fija en la nada, labios secos y entreabiertos.

¿Vale la pena levantarme? ¿Para que? Me va a costar demasiado levantar la ropa, arreglar la cama/estoy mejor aquí tirado, desechado por la sociedad, desahuciado fortuitamente por un hado despiadado…

La “sociedad” no entiende que algunos no tenemos capacidad para hacer mas allá de nuestros talentos y si este talento no sirve para vivir de el estamos fritos/ nosotros, los artistas verdaderos, que no podemos trabajar 12 horas y luego dormir y despertar y trabajar 12 horas mas sin leer, sin escribir, sin observar, sin darnos un paseo por Onirya… sin respirar mas que números fríos como metal de arcabuz o cosas parecidas que aniquilan la inspiración y consumen el tiempo/ pero no, esa no es la razón por la que estoy aquí…


Llevaba un día y medio tratando de pensar porque había caído en esa catatonia.

Quizás no es una sola cosa, quizás es todo junto que me ha caído encima/la falta de dinero (el trabajar para conseguirlo ya no es una opción, robar tampoco)/el hambre, el cansancio/la obra inconclusa, el concurso que no gane/ O tal vez no es nada de eso y es que voy a morir pronto y estoy ensayando inconscientemente…

Si no le hubiera pesado habría dibujado una mueca parecida a media sonrisa. Pero no.
La poesía no va a salvar el mundo de las emisiones de carbono y si es cierto que lo del calentamiento global es falsa alarma, luego voy a morir en la miseria por mi incapacidad y seré olvidado como muchos buenos poetas que nadie conoce…


-¿Alguien ha visto a Príamo?- Preguntaron en el Café de los Poetas.



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[1] The Doors: “Alabama Song (Whisky Bar)”. Del album “The Doors”, 1967.
Imagen: "The Chair" tomada de la pagina Daily Dose of Imageryhttp://wvs.topleftpixel.com/04/06/16/


Isis Aquino
Junio 12, 2008

1 comentario:

José Angel Bratini dijo...

De este texto se podría decir que es algo anfibio, me refiero a ciertas distracciones liricas que existen dentro,con lo que la historia, algo difusa, entre la maraña poética parece un pretexto para la poesía aquí contenida. Definitivamente se trata de una prosa bastante ondulada y embriagante. Pero con todas sus ambiguedades el texto me gusta; ¿a quién le importan los géneros hoy en día?.. Felicidades.